miércoles, 28 de octubre de 2009

TEATRO DE LO ABSURDO

El Teatro del Absurdo es un término empleado por el crítico Martin Esslin en 1962 para clasificar a ciertos dramaturgos que escribían durante la década de 1950, principalmente franceses, cuyo trabajo se considera como una reacción contra los conceptos tradicionales del teatro occidental.El término, que se acuña como alternativa al de anti-théâtre o nouveau théâtre, ha pasado ya a designar sobre todo el teatro de Samuel Beckett, Eugène Ionesco, Fernando Arrabal, las primeras obras de Arthur Adamov y Jean Genet.Muchas de las preocupaciones de este teatro encuentran su motivación teórica en los escritos de Antonin Artaud en “El Teatro y su doble” (1938) y, de alguna manera, en la noción brechtiana de Verfremdungseffekt (efecto alienante), mientras que la comicidad bufonesca tiene sus raíces en las películas de Charles Chaplin, Stan Laurel y Oliver Hardy, los Hermanos Marx y Buster Keaton.Tomando como punto de partida lo absurdo de la vida, visto de forma palpable y no como evocación, tal y como sucedía en el teatro de Giraudoux, Anouilh, Sartre y Camus, el teatro del absurdo no es un movimiento o una escuela y los autores presentan un panorama heterogéneo. Lo que tienen en común es el rechazo generalizado del teatro realista y su base de caracterización sicológica, estructura coherente, trama y confianza en la comunicación dialogada.A través de procesos de desfamiliarización y despersonalización, estos dramaturgos, ferozmente anticartesianos, desmontaban las estructuras del lenguaje, la lógica y la conciencia convencionales.Samuel BeckettLa aceptada creencia de que el mundo tiene sentido (un mundo que poco tiempo antes había sufrido las experiencias de Hiroshima y los campos de concentración) es subvertida y reemplazada por un mundo donde las palabras y las acciones pueden ser completamente contradictorias.Sin embargo, lo que se propone no es tanto el sin sentido como una perpetua prórroga del sentido, sino mostrar una realidad oculta y amarga que subyace en la idea de felicidad y confort del modo de vida burgués.Cada obra crea sus propios modelos implacables de lógica interna, a veces triste (como en la obra de Beckett “Esperando a Godot”, 1952), patética (también en Beckett, “Fin de partida”, 1957), angustiosa (en la obra de Ionesco “La lección”, 1950), cómica (también en otra obra de Ionesco, “La cantante calva”, 1950), macabra (en la obra de Arrabal, “El cementerio de automóviles”, 1958), humillante (en la obra de Adamov “El profesor Taranne”, 1953), o violenta (como sucede en la obra de Genet “El Balcón”, 1957).Todas ellas, sin embargo, tienen en común la presentación de una realidad grotesca.El cuestionamiento de los referentes, alineados dentro o fuera del escenario, afecta a tres áreas fundamentales: el personaje (que puede cambiar de sexo, personalidad o estatus), la trama (que a menudo es circular, no va a ninguna parte y rechaza cualquier resolución estética) y los objetos (que pueden proliferar hasta el punto de expulsar a los personajes, como pasa en las obras de Ionesco, o pueden también ser reducidos al mínimo, como sucede con Beckett, para enmarcar la temática del vacío y la nada).Ejemplo: Esperando A GodotLa obra está dividida en dos actos. La trama trata de Vladimir (también llamado "Didi") y Estragon (también llamado "Gogo"), quienes llegan a un lugar junto a un camino, al lado de un árbol, para esperar la llegada de Godot. Vladimir y Estragon parecen ser vagabundos: su ropa es andrajosa y no les viene bien; otra teoría es que podrían ser refugiados o soldados desplazados de un conflicto, como la Segunda Guerra Mundial, que acababa de terminar y que inspiró mucho la dramaturgia de Beckett. Pasan el tiempo conversando y a veces discutiendo.Estragon se queja de que las botas no le vienen, y Vladimir presume de piernas agarrotadas debido a un doloroso problema de vejiga. Hacen vagas alusiones sobre la naturaleza de sus circunstancias, y sobre las razones para encontrarse con Godot (pero el público nunca llega a saber quién es Godot o por qué es tan importante). Pronto les interrumpe la llegada de Pozzo, un hombre cruel pero lírico que afirma ser el dueño de la tierra donde se encuentran, junto con su criado Lucky, a quien parece controlar por medio de una larga cuerda. Pozzo se sienta para darse un festín de pollo, y más tarde tira los huesos a los dos vagabundos.Los entretiene haciendo a Lucky bailar animadamente, y entonces les da un sermón improvisado sobre las teorías de George Berkeley. Tras la partida de Pozzo y Lucky, un niño llega con un mensaje de Godot: "aparentemente, no vendrá hoy, pero vendrá mañana por la tarde". El muchacho también confiesa que Godot pega a su hermano y que él y su hermano duermen en la buhardilla de un granero.El segundo acto sigue un patrón similar al del primero, pero cuando Pozzo y Lucky llegan, Pozzo se ha vuelto inexplicablemente ciego, y Lucky, mudo. De nuevo el chico llega para anunciar que Godot no vendrá, si bien el muchacho afirma no ser el mismo niño que el día anterior había traído el mismo mensaje.El celebérrimo final de la obra resume con claridad su falta de acción:Vladimir: Alors, on y va ?Estragon: Allons-y.Ils ne bougent pas.Vladimir: ¡Qué! ¿Nos vamos?Estragon: Sí, vámonos.No se mueven.La cantante calva:La obra supone una crítica de la vida cotidiana; en la que los personajes son incapaces de comunicarse entre sí.En la obra hay dos cosas que requieren un esencial entendimiento. Ambos matrimonios, los Martin y los Smith representan el “universo incoherente” o incoherencia universal de la vida bajo la monotonía, lo que sucede con la rutina. Sus días son idénticos, uno después del otro. El tiempo parece no avanzar con ellos. De ahí que al final de la obra la trama se repita cambiando los personajes de los Smith por los Martin, diciendo estos las mismas cosas. La obra es un intento de satirizar la tragedia Griega, de que el destino de todas esas monotonías siempre será el colapso y que se repitirá infinitamente, lo que es bastante triste y trágico.El matrimonio de los Smith en sus infinitas conversaciones en su casa, demuestran lo mucho de nada que se puede decir. Como dos personas pueden hablar todo el día sin decirse absolutamente nada de valor. Los Smith discuten y arreglan sus problemas en la cama, lo que viene a demostrar el vacío contenido de todos sus diálogos y conversaciones que en muchos casos vienen a ser monólogos de dos personas que no se escuchan mutuamente. Por el contrario, el matrimonio Martin demuestra que el colapso comunicacional entre ellos es de tal envergadura que ya no saben ni donde viven, ni quienes son, ni quienes son sus hijos, ni de su relación como pareja. Ya ni si quiera se relacionan sexualmente. Cuando el Bombero les pregunta: “y en su casa no se esta quemando nada?” y ellos responden que “no, desafortunadamente...” demuestran que su matrimonio esta en una fase crítica, ya que ni siquiera tienen ningún tipo de vida sexual.El absurdismo es un producto de la sociedad, no es un estilo anexo inventado para ser cómico y bizarro. Nuestra sociedad cambió al nivel que creó todo el movimiento absurdista, nihilista. El hombre de hoy vive “esperando su salvación”, que algo cambie su vida radicalmente y que le lleve a un lugar mejor, donde sea feliz. La verdad es que eso nunca pasará, y es absurdo en sí. Ver a un político es un clásico ejemplo de discurso absurdista, es decir mucho sin decir nada; “la economía va mal... crear empleo... por el cambio democrático... el poder del pueblo...”, etc. Lo que el absurdismo muestra es la vida cotidiana sin contenido, como el tiempo en que vivimos puede ser cíclico, como nos movemos en un “limbo” que avanza pero no se mueve, sino que se queda estático. Y es inmovilidad en el tiempo lo que produce la angustia que mucha gente no se explica.El Bombero representa al hombre idealista, el que no ha perdido su esencia y que trata de salvar a los matrimonios Martin y Smith, pero ve que está destinado al fracaso. Un escenario que representa la caída diaria del hombre de valores, el que cree en el amor y en el honor. El Bombero choca contra la dura realidad hecha tangible a través de los Smith y los Martin. Muchas veces el individuo cotidiano no sabe porque su vida se mueve en un círculo. En el caso de esos dos matrimonios, no tienen ni la menor idea, por lo que el Bombero se da por vencido, sin antes dar un último intento de resucitarlos, preguntando: “y a propósito... ¿y la cantante calva?” Él espera que despierten y le respondan: “¿de que diablos hablas?” pero esto simplemente no sucede. Los personajes como Mary o el Bombero son incluidos en la obra para hacer la sátira y el contraste más acentuado. Ellos son nuestro nexo, ya que es cierto que muchas personas en el público son como los matrimonios Martin y Smith, pero los que realmente entienden la obra ven en Mary y especialmente en el Bombero a ellos mismos. Esto crea un sentimiento de frustración con el universo que te rodea, porque comprendes que no funciona y que no puedes hacer absolutamente nada para cambiarlo. El Bombero en sí es un ser frustrado, es un bombero y no logra encontrar incendios (lo que impulsa su profesión) así que los anda buscando, una metáfora de andar buscando “significado a su vida.” Cosa que personas o seres medianamente racionales hacen a menudo, pero que gente como esos dos matrimonios dejaron de hacer hace mucho, cuando sus vidas cayeron en la rutina, perdieron el horizonte.

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